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El 31 de marzo de 1986, el vuelo 940 de Mexicana, un Boeing 727 con matrícula XA-MEM, se estrelló en Maravatío, Michoacán, causando la muerte de las 167 personas a bordo. El avión se dirigía de la Ciudad de México a Los Ángeles, con escalas en Puerto Vallarta y Mazatlán.
Poco después del despegue, se reportaron fallas: la tripulación notó que el avión “se sentía pesado”. A los 15 minutos, una llanta del tren de aterrizaje explotó debido a una sobrecalentamiento causado por una falla en los frenos. Esto provocó un incendio alimentado por combustible, que dañó gravemente la estructura del avión. El fuselaje se rompió y el avión se desplomó.
La causa fue el uso de aire en lugar de nitrógeno en las llantas, lo que aumentó el riesgo de explosión por calor. A raíz del accidente, se recomendó el uso obligatorio de nitrógeno para aeronaves pesadas.
Entre las víctimas había ciudadanos mexicanos, franceses y familiares del futbolista Hugo Sánchez. Nadie sobrevivió.