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Un hombre pobre cumple el último deseo de su abuela de reconstruir su casa y encuentra un sótano enterrado junto a ella

Harry y su hermano Walter fueron llamados a la oficina del abogado después de que su abuela falleciera. Walter estaba emocionado de recibir la llamada, ya que sabía que se trataría de la herencia de su abuela.

Cuando su abuelo murió hace cinco años, Harry y Walter se quedaron sin nada y toda su riqueza pasó a manos de su amada esposa. Por eso, ahora que su abuela había fallecido, Walter esperaba que todo fuera para ellos.

Aunque solo se llevaban un año, Harry y Walter eran muy diferentes. En lugar de depender de las riquezas de su familia, Harry decidió emprender su propio camino y trabajar duro para conseguir lo que tenía.

Mientras tanto, Walter siempre tenía la vista puesta en el premio. Cuando sus padres murieron, supo que permanecer cerca de sus abuelos le permitiría algún día obtener la herencia que creía merecer.

Trabajó en el negocio que su padre le había dejado a él y a Harry, poniendo el trabajo por encima de todo lo demás.

Antes de morir, su abuela les pidió una cosa: “Queridos nietos, su difunto abuelo construyó esta casa para mí cuando apenas estábamos empezando. He vivido en ella toda mi vida y ustedes también tienen buenos recuerdos de ella.

Todo lo que pido es que, por favor, la reconstruyan en memoria de su abuelo”, dijo en su lecho de muerte.

“Le prometí que la casa que él construyó para mí pasaría de generación en generación, y quiero cumplir esa promesa antes de irme. Por favor, hagan eso por mí”, les había dicho.

Harry y Walter asintieron, pero sólo uno de ellos lo hizo con sinceridad. Ese día, en la oficina del abogado, quedó claro quién tenía en mente los intereses de su abuela.

—Su abuela les deja a ambos su casa —les dijo el abogado. Walter guardó silencio un rato, esperando que dijera algo más. Al no hacerlo, decidió hablar.

“¿Qué más?” preguntó Walter.

“Nada más. Eso es todo lo que está en su testamento”, le dijo el abogado.

—¡¿Qué?! ¡Eso no puede ser! ¿Y qué hay de todo su dinero? ¿Sus joyas? ¡Sé que tenía muchas! —gritó.

“Ya hemos buscado en la casa objetos de valor y no hemos encontrado nada. Ella ya había cerrado su cuenta bancaria antes de morir. Esto es todo lo que le queda”, explicó el abogado.

Todavía furioso, Walter salió furioso de la oficina, seguido por Harry. “Tenemos que cumplir el deseo de la abuela”, le dijo Harry a su hermano.

“¿Para qué? Ella no sabrá que no gastamos dinero en reconstruir esa vieja casa. No quiero tener nada que ver con esa casa. Haz con ella lo que quieras”, le dijo Walter antes de irse.

Harry quería cumplir el deseo de su abuela, pero sabía que no tenía dinero. Tenía muchas deudas y solo ganaba lo suficiente para cubrir las necesidades de su familia.

Decidió utilizar sus ahorros y pedirle dinero prestado a su amigo rico para reconstruir la casa de su abuela.

Mientras la reconstruía él mismo, estaba arreglando el sistema de alcantarillado en el jardín delantero cuando notó una trampilla de madera mientras cavaba el suelo.

“¿Qué es esto?”, se dijo a sí mismo mientras tiraba de la abertura. Abrió la trampilla y ésta dio directamente a un pequeño tramo de escaleras que conducía a una habitación subterránea. Bajó con una lámpara brillante y se sorprendió por lo que descubrió.

En la habitación había un cofre de madera con una carta encima. El abuelo de Harry había escrito la carta antes de morir y decía:

“ A mi nieto Harry,

Probablemente estés leyendo esta carta ahora mismo. Si es así, has sido muy obediente con tu abuela y conmigo también. Le dije que te hiciera saber su último deseo antes de morir, y que estés leyendo esto significa que lo has cumplido.

Por eso, te estoy agradecido. Si estás leyendo esto con Walter, me alegro de que haya cambiado de opinión y de que ambos estén trabajando juntos.

No os preocupéis. Vuestra abuela y yo estamos a salvo y os cuidamos desde arriba. Esperamos que uséis esta casa y todo lo que hay en ella para disfrutar de la vida con vuestras familias.

Ahora, llevad esta carta y mostrádsela a mi abogado. Allí encontraréis lo que os merecéis. Con cariño, abuelo.

Harry no podía creer lo que veía. Leyó la carta varias veces antes de decidirse a abrir el cofre. En el baúl había álbumes familiares y una caja de joyas que pertenecían a sus abuelos.

Ese mismo día decidió reunirse con el abogado de sus abuelos y le entregó la carta. “Siempre supo que algún día serías tú quien le entregaría esta carta, Harry”, admitió el abogado.

Harry no pudo evitar sonreír. “Quiero mucho a mis abuelos. Cumpliría sus deseos cualquier día”, respondió.

“Te voy a transferir la propiedad de una cuenta bancaria a nombre de tu abuelo. Tiene unos 300.000 dólares.

Me dijo que si no decidías reconstruir la casa de tu abuela, yo debería transferir todo esto a una organización benéfica”, explicó el abogado.

Después de saber esto, Harry decidió donar a la caridad de todos modos. Donó $100,000 a organizaciones benéficas que trabajan con personas mayores y se quedó con el resto.

Con el dinero, pagó sus deudas, reconstruyó por completo la casa de su abuela y comenzó un negocio para él y su esposa.

Al final, vendieron la casa en la que vivían y se mudaron a la casa de su abuela. Su negocio de cafetería comenzó con éxito y tenían dinero más que suficiente para vivir cómodamente y sin deudas.