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Para algunos, hacer la cama cada mañana es sinónimo de disciplina y orden; para otros, no es necesario. No hacerla puede tener beneficios (como ventilar el colchón), pero también puede reflejar desinterés, estrés o incluso depresión.
Psicológicamente, un cuarto ordenado puede indicar claridad mental, mientras que el desorden puede ser señal de caos interno. A veces, no hacer la cama es cosa de gente creativa y relajada, pero otras puede ser un foco de alerta emocional.
Hacerla es un hábito pequeño que puede traer motivación y estructura al día. Al final, cada quien decide, pero si tu entorno refleja cómo te sientes, vale la pena prestarle atención.