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Dormir en camas separadas después de los 50 años es una decisión cada vez más común entre parejas, no por falta de amor, sino por buscar mejor descanso y bienestar. Problemas como ronquidos, insomnio o diferentes hábitos de sueño pueden afectar la calidad del descanso compartido. Lejos de ser un problema, esta elección puede fortalecer la relación, reducir discusiones y mejorar la intimidad. La clave está en la comunicación, el respeto y en adaptarse juntos a una nueva etapa de vida.