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A veces, cuando la niñera canceló, tuve que llevar a mi hijo Micah al bar donde trabajo. Era Halloween y él iba disfrazado de bombero. Lo dejé en una mesa con un sándwich y pintura, pero cuando volteé a verlo, ya no estaba.
El pánico me invadió y lo busqué por todas partes hasta que lo encontré en brazos de un bombero llamado Tyler, llorando. Micah le dijo al bombero: “No pasa nada, los salvaste. Mi papá dice que eres un héroe”.
El papá de Micah, que también era bombero, murió en un incendio el año anterior. Tyler, amigo y compañero de mi esposo, le dio a Micah una placa que pertenecía a su papá, diciéndole que ahora era para él.
Micah la abrazó y me preguntó si su papá siempre lo estaba cuidando. Le dije que sí, y entendí que el amor sigue vivo en los recuerdos y pequeños detalles.