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Tras el fallecimiento de su esposo Henry, Cecilia busca consuelo mudándose a casa de su hijo Jack.
Sin embargo, su nuera Lucy le da dos opciones: un oscuro y húmedo sótano o una residencia de ancianos.
Descontenta con ambas opciones, Cecilia decide tomar una decisión diferente.
Cecilia, casada durante cuarenta años, se siente profundamente sola tras la muerte de Henry por un ataque al corazón. Aunque su hijo Edward vive lejos, Jack y su familia están cerca. Con la esperanza de encontrar consuelo, decide mudarse con Jack. Sin embargo, Lucy le informa que la única habitación disponible es la de su hijo Henry Jr., quien está en la universidad, y no piensa alterar su espacio. En su lugar, Lucy le ofrece el sótano, frío e inhóspito, o una residencia.
Desanimada, Cecilia rechaza ambas opciones. Aunque Jack intenta mediar, proponiendo acondicionar el sótano, Cecilia decide que ni el sótano ni una residencia son adecuados para ella. Empaca sus maletas y se muda temporalmente con su sobrina mientras busca un lugar propio.
Durante su estancia con su sobrina, Cecilia vende la casa grande que compartía con Henry y compra un pequeño apartamento amueblado. Esta decisión le da un sentido renovado de independencia y fuerza. Aunque Edward se preocupa por ella, Cecilia le asegura que está bien y feliz en su nuevo hogar.
Unas semanas después, Jack la invita a cenar. Durante la cena, Cecilia explica que, aunque desea estar cerca de su familia, no estaba dispuesta a vivir en el sótano ni en una residencia. Jack y Lucy se sorprenden, pero Cecilia mantiene su decisión.
Finalmente, Cecilia se muda a su acogedor apartamento y adopta un gato, encontrando así la compañía y la paz que buscaba. Además, reescribe su testamento, dejando todo a Edward, quien continúa apoyándola financieramente a pesar de sus objeciones.
A través de esta experiencia, Cecilia descubre su fortaleza e independencia. Acepta que, aunque la cercanía de la familia es importante, su bienestar y comodidad son fundamentales. La historia de Cecilia es un recordatorio de la importancia de tomar decisiones que prioricen nuestra dignidad y felicidad, incluso en momentos de gran cambio y pérdida.