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La mañana de Jack empezó normal, café en mano y botas en el suelo seco. Pero al llegar al maizal, vio todo muerto y el suelo lleno de huevos extraños. Gallinas asustadas, cerdos inquietos y zumbidos por la noche lo pusieron en alerta.
Un gato del granero apareció herido y su hija le avisó que los huevos se movían. Al atardecer, rodeado de cáscaras que brillaban, Jack entendió que algo antinatural había despertado en su granja. Nada volvería a ser igual.