Todo lo que siempre deseé fue ser la glamorosa madre del novio, pero mis esfuerzos por asegurarme de que la boda de mi hijo fuera perfecta se convirtieron en un día que todos preferiríamos borrar de la memoria.
Mark, mi hijo, es un abogado serio, mientras que Alice, su prometida, es una programadora autodidacta y despreocupada. A pesar de sus diferencias, hicieron que su relación funcionara. Cuando Mark le propuso matrimonio, nos pidió que estuviéramos presentes, sabiendo que la familia de Alice no era cercana. Aceptamos, imaginando la boda perfecta.
James y yo ofrecimos pagar la boda, esperando acercarnos más a Alice. Pero durante la planificación, nuestras diferencias eran evidentes. Yo quería rosas tradicionales; Alice prefería peonías. Me sentí desplazada cuando ella me mandó mensajes de texto con las opciones de su vestido de novia sin invitarme a ir de compras.
A pesar de mi apoyo financiero, Alice eligió un vestido que no me gustó. Le sugerí otro, que inicialmente rechazó pero que más tarde usó después de que Mark interviniera. Decidí enfocarme en mi atuendo y encontré un vestido verde esmeralda que me hacía sentir radiante.
El día de la boda, me puse mi vestido, sintiéndome segura. Cuando vi a Alice, se echó a llorar. Mi vestido, en un color diferente, se parecía a su vestido de novia soñado. Ella me acusó de querer hacer que el día se tratara de mí. Mark pidió paz.
Ahora, al reflexionar, me doy cuenta de que debería haber sido más considerada con las preferencias de Alice. Era su día, y mis acciones lo eclipsaron. Lamento no haber priorizado la felicidad de Alice y la serenidad de Mark.
Esta obra se inspira en eventos reales pero ha sido ficcionalizada. Los nombres, personajes y detalles han sido alterados por privacidad y creatividad. Las similitudes con personas o eventos reales son coincidenciales. El autor y el editor no se hacen responsables de cualquier malinterpretación.