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Una escena inesperada, llena de emoción y humanidad, captó la atención de millones en todo el mundo: una monja, visiblemente afectada, rompió el protocolo del Vaticano para acercarse al féretro del papa Francisco y despedirse con lágrimas en los ojos. Esa mujer, la hermana Geneviève Jeanningros, ha decidido hablar por primera vez sobre ese momento que se volvió viral y que, según sus propias palabras, fue el reflejo de un vínculo profundo con el pontífice fallecido.
Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio, falleció el pasado 21 de abril, en plena celebración de Pascua, a los 88 años. Su pontificado, que se extendió durante más de una década, dejó una marca imborrable en millones de fieles. Fue un papa conocido por su enfoque en la inclusión, la compasión y la apertura, valores que resonaban con fuerza en la vida y el trabajo de Geneviève.
La relación entre ambos no era nueva. Se remonta a 2005, cuando la hermana Geneviève viajó a Buenos Aires para asistir a la reinhumación de su tía, la monja Leonie Duquet, víctima de la dictadura militar en Argentina. En ese entonces, Bergoglio, como arzobispo de la capital argentina, autorizó ese gesto simbólico, iniciando una amistad entrañable que se mantendría a lo largo de los años.
Desde entonces, Geneviève se convirtió en una figura cercana al papa, incluso reuniéndose frecuentemente con él junto a miembros de la comunidad LGBTQ+, de la cual ha sido defensora incansable. En julio del año pasado, el propio Francisco viajó a Ostia para visitar a su amiga, que ya cuenta con 81 años.
El momento que conmovió al mundo ocurrió el miércoles 23 de abril, mientras el cuerpo del papa reposaba en la basílica de San Pedro. Geneviève, en contra de las restricciones habituales que reservan el acceso al féretro para clérigos varones, se acercó con un pañuelo en la mano, se detuvo frente al ataúd y lloró en silencio. Aunque el protocolo vaticano fue claramente desafiado, nadie intervino. Aquel instante de duelo fue respetado por completo.
Días después, en conversación con Noticias Telemundo, la hermana rompió el silencio. «Para mí, Francisco fue como un padre, un amigo, un hermano», afirmó conmovida. También reveló que había visitado el féretro del pontífice todos los días, no solo durante el momento que fue captado por las cámaras. “Lloré también por muchos que me dijeron: cuando vayas a verlo, llévanos contigo”, agregó con ternura.
Uno de los recuerdos más íntimos que compartió fue sobre su última visita al papa, en la que llevó consigo a Laura Esquibel, una mujer trans de Paraguay. “Fui la primera mujer trans en estrechar su mano”, comentó Laura. “Lo vi siete veces, almorzamos juntos. Me gustaba mucho”.
Desde el funeral, la hermana Geneviève ha preferido mantenerse alejada de los medios. El dolor, confesó, aún es muy intenso. “No, no puedo. No quiero hablar con nadie, lo siento… es demasiado. Me gustaba mucho, eso es todo”, expresó con sencillez, dejando ver el enorme cariño que sentía por el líder religioso.
Más de 250.000 personas desfilaron frente al féretro del papa Francisco en los días previos a su despedida final. La plaza de San Pedro se colmó de fieles, líderes mundiales y figuras públicas. Entre ellos estuvieron el expresidente estadounidense Donald Trump, el primer ministro británico Keir Starmer, el príncipe William, el mandatario ucraniano Volodymyr Zelenskyy, y los reyes de España, Felipe VI y doña Letizia.
La escena de Geneviève frente al ataúd del papa no solo rompió un protocolo, sino que también tocó el corazón de millones. Fue una muestra auténtica de afecto, respeto y duelo que recordó a muchos el impacto humano y espiritual que Francisco dejó en quienes lo conocieron de cerca.