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La dueña fue enviada a un asilo de ancianos, pero de repente aparece su perro y no la deja en paz
Mara Gonçalves Ern, una mujer de 74 años de edad, decidió continuar su vida en una residencia para ancianos ubicada en Itajaí, santa Catarina, Brasil. La mujer se dio cuenta que su fuerza física ya no era suficiente para hacer frente a las tareas principales del hogar. Por ello, a principios del mes de febrero se trasladó a la residencia, pero, desafortunadamente tuvo que dejar a su amado perrito en su antiguo hogar.
Su perro llamado Bob no aceptaba lo que estaba pasando y comenzó a comportarse de una manera extraña, parecía que la nostalgia se apoderaba del animal. Bob no quería estar lejos de Mara, por lo que hizo lo posible y llegó hasta el hogar de ancianos, solo para buscar a su madre adoptiva.
Como era de esperarse, el perro no pudo entrar al hogar, pero se quedó en la acera, frente a la habitación de la mujer, aullando para llamar su atención.
Bob demostró ser muy persistente, y durante 17 días se quedó en el mismo lugar hasta que finalmente le permitieron ver a Mara.
Al parecer, a Bob no le gustaba mucho vivir con sus otros familiares, ya que desde que era un cachorro vivió con Mara. Sorprendentemente, se las arregló para encontrarla, y ahora que sabía dónde estaba no tenía la más mínima intención de alejarse de su mejor amiga.
«Le pedí al vecino que lo cuidara y a mi prima que lo recogiera y lo llevara a su casa y lo encerrara, pero mi prima fue a buscarlo y él se adelantó, no quería ir».
Bob, como pudo, logró escapar nuevamente y regresó a su antigua casa, esperando poder encontrar a Mara, pero no logró su objetivo. La mujer se enteró de su fuga y le pidió a un vecino que cuidara del perro hasta que su familia llegara y lo pusiera a salvo.
Mara aconsejo a sus primos que encerraran a Bob en el patio trasero, pero antes de que eso sucediera volvió a escapar y regresó al asilo. Incluso, el perro trató de morder a los familiares de Mara cuando intentaron capturarlo, pues no quería que nadie estropeara su plan.
Mara estaba muy asombrada con todo lo que estaba pasando, pues Bob nunca había mordido a nadie y siempre fue muy tranquilo y pacífico. Por suerte, la administración del asilo le dio buenas noticias a Mara y le dieron una solución para resolver el problema de su mascota.
Bob comenzó a vivir en la perrera de la residencia, donde diariamente recibe la visita y el amor de su amada Mara. El acuerdo hizo felices a todos, ya que la familia no tenía que preocuparse por Bob y el asilo no tenía que lidiar con el perro bullicioso.
«No hay dinero en el mundo para pagar el valor de Bob. Ya intentaron comprarlo, pero yo no vendo, no cambio ni doy. tampoco voy a dejarlo solo».
Además, parece que la presencia de Bob tiene efectos positivos en Mara, ya que la psicóloga del hogar, Bruna Innocenzo, festejó su llegada. Según ella, la compañía de Bob hace que Mara se adapte mejor a su nuevo entorno y mejora por completo su autoestima.
«Así que realmente, ella lo considera su nuevo hogar, porque el animal está cerca y es como un apoyo terapéutico y psicosocial».
Los demás residentes también se mostraron satisfechos, ya que Bob le añade aire fresco al ambiente porque siempre está jugando y llamando la atención.
El perrito se adaptó rápidamente a su nuevo hogar, respeta las reglas, pero lo único que realmente quiere es estar junto a Mara.