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En América Latina han ocurrido varios casos donde los funerales se han convertido en escenas de tensión y violencia. Uno de los más conocidos fue en El Salvador en 1980, durante el funeral del arzobispo Óscar Romero. La ceremonia terminó en tragedia cuando explotaron bombas de humo y se escucharon disparos desde los edificios cercanos, provocando la muerte de decenas de personas y dejando a muchas otras heridas.
Otro caso fue el funeral del disidente cubano Oswaldo Payá en 2012. Durante la ceremonia, hubo enfrentamientos entre activistas y agentes de seguridad del Estado, y decenas de opositores fueron arrestados mientras se dirigían al funeral.
Estos casos muestran que, en algunos países de América Latina, los funerales de figuras importantes pueden volverse escenarios de conflicto debido a divisiones políticas y sociales.