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Dejarse las canas al natural ya no es solo un tema estético, sino también psicológico y cultural. Antes se asociaban con vejez y pérdida de valor social, pero hoy representan autenticidad, aceptación y fortaleza emocional.
Los especialistas señalan que no teñirse es un acto de autoafirmación y libertad frente a la presión social. Implica madurez, porque reconoce que el valor personal está en la experiencia y no solo en la apariencia. Además, fortalece la autoestima y genera relaciones más sinceras, al mostrarse tal cual uno es.
Aunque teñirse sigue siendo válido, lo importante es que la decisión sea consciente y no por miedo al juicio ajeno. En definitiva, aceptar las canas es un gesto de identidad, coherencia y resistencia a los estereotipos de belleza tradicionales.