.
Durante más de cuatro décadas, Ho Van Lang vivió completamente aislado en la selva vietnamita, sin contacto con el mundo moderno. Su historia, marcada por la tragedia, la supervivencia y un regreso difícil a la civilización, conmovió al mundo cuando finalmente salió a la luz. Apodado el «Tarzán de Vietnam», murió de cáncer en 2021, dejando atrás una vida única y profundamente humana.
vietnam,tarzán – vietnam
Un escape por la guerra: el inicio de una vida salvaje
Todo comenzó en 1972, en plena Guerra de Vietnam. Ho Van Thanh, un soldado que luchaba por el ejército norvietnamita, perdió a su esposa y a dos hijos en un bombardeo estadounidense. Abrumado por la tragedia, huyó con su hijo pequeño, Ho Van Lang, a lo más profundo de la selva en la provincia de Quang Ngai. Allí, ambos se alejaron del mundo.
Lang tenía apenas dos años cuando comenzó su vida como un verdadero ermitaño. Padre e hijo construyeron su hogar en lo alto de un árbol, cazaban animales salvajes, recolectaban frutas y usaban hojas y cortezas como ropa. Creían que la guerra seguía, por lo que jamás buscaron regresar.
Durante más de 40 años, Lang no tuvo contacto con ninguna otra persona. Aprendió todo lo necesario para sobrevivir sin electricidad, tecnología ni desarrollar plenamente el lenguaje. A lo largo de su vida en la selva, jamás había visto una mujer ni había oído hablar de cosas como autos, teléfonos o electricidad.
Su vida fue una cápsula del tiempo, congelada por el miedo y el instinto de protección de un padre hacia su hijo. Todo cambiaría en 2013.
Un regreso inesperado: el choque con el mundo moderno
vietnam,tarzán – vietnam
En 2013, campesinos de la zona descubrieron accidentalmente a Lang y su padre mientras recolectaban leña. Tras semanas de diálogo y negociaciones, lograron convencerlos de salir del bosque. Fue entonces cuando la increíble historia del «Tarzán vietnamita» comenzó a viralizarse.
Lang, ya con 44 años, hablaba solo algunas palabras y no conocía muchos de los conceptos básicos de la vida moderna. No entendía qué eran los teléfonos, las luces eléctricas ni el dinero. Su padre, aún traumatizado por la guerra, se mostraba reacio a cualquier tipo de contacto. Ambos fueron llevados a vivir con su familia extendida en una aldea cercana.
El regreso no fue fácil. Lang comenzó a vivir con comodidades impensables en la selva: dormía en cama, consumía alimentos procesados y usaba ropa convencional. Aunque mostraba una actitud amable y curiosa, también se sentía desorientado. Su amigo y explorador Álvaro Cerezo, quien lo acompañó durante parte de su adaptación, relató que Lang extrañaba profundamente la paz de la selva. Solía mirar al bosque desde la ventana, en silencio.
Su salud comenzó a deteriorarse. Se volvió más sedentario, ganó peso, y se expuso a sustancias como alcohol y azúcar refinado, completamente ajenas a su vida anterior. Ese contraste brutal con la naturaleza podría haber sido uno de los factores que aceleraron su enfermedad.
Una despedida temprana
En noviembre de 2020, a Lang le diagnosticaron cáncer de hígado en etapa avanzada. A pesar de recibir tratamiento médico, su cuerpo no resistió. Falleció en septiembre de 2021, con 52 años, rodeado de su familia y del equipo que lo había acompañado durante sus últimos años.
Su historia generó una ola de reacciones en todo el mundo. Algunos se preguntaron si su regreso a la civilización fue lo mejor para él. Otros lo vieron como un héroe silencioso, una persona que vivió de forma completamente autosuficiente, sin odio ni rencor, simplemente sobreviviendo. Para muchos, Lang se convirtió en un símbolo de resiliencia, pero también de la fragilidad del ser humano cuando se enfrenta al sistema moderno sin preparación.
vietnam,tarzán – vietnam
Álvaro Cerezo declaró en una entrevista que, si bien Lang nunca expresó dolor por su vida anterior, parecía mucho más libre y feliz en la selva. A veces decía que el mundo moderno era «demasiado ruidoso».
La historia de Ho Van Lang es un testimonio poderoso sobre lo que significa sobrevivir, adaptarse y amar. Criado en la más absoluta soledad, sin contacto con el mundo exterior, aprendió a vivir en armonía con la naturaleza. Pero al regresar, su cuerpo no pudo resistir el impacto del mundo moderno.
Lang vivió entre dos mundos: uno salvaje, exigente y natural; otro caótico, rápido y tecnológicamente avanzado. Su vida nos obliga a reflexionar sobre el ritmo que llevamos, lo que hemos olvidado y lo que aún podríamos aprender de quienes viven de forma simple, conectados con la tierra.