La anticipación era alta cuando la novia de mi hermano vino a conocer a nuestra familia por primera vez. Entró, deslumbrante y elegante, pero pronto, un olor extraño llenó el aire a su alrededor. Tratamos de ignorarlo, intercambiando miradas incómodas, esperando que pasara. Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, el olor se volvía más penetrante, persistiendo en el aire como una niebla persistente.
Después de que se despidió y se fue, no pude sacudirme la sensación de inquietud. Algo no cuadraba. Me aventuré al baño de invitados, y lo que encontré me hizo estremecer. Escondidos en el fondo del basurero, entre pañuelos arrugados y envoltorios desechados, había metros y metros de papel higiénico empapados en lo que parecía ser estofado de carne.
Confundido y alarmado, confronté a mi hermano sobre el extraño descubrimiento. Su rostro se puso pálido mientras luchaba por explicar. Aparentemente, habían disfrutado de estofado de carne en un restaurante ese mismo día, pero cómo y por qué terminó en su bolso seguía siendo un misterio desconcertante.
A medida que las piezas del rompecabezas se juntaban lentamente, la noche tomó un giro surrealista, dejándonos a todos cuestionando qué otros secretos se escondían bajo la superficie.