.
El día en que entendí a mi madre
Hay un momento en la vida —a veces imperceptible— en el que te das cuenta de que estás repitiendo gestos, frases y actitudes que alguna vez criticaste. Cocinas como ella, limpias como ella, incluso regañas a tus hijos exactamente como ella lo hacía contigo. Te escuchas hablando con su voz, con sus mismas pausas, con su mismo tono cuando estás cansada o preocupada.
Ese día llega sin avisar. Y en ese instante, todo cambia.
Comprendes sus límites, sus enojos, sus silencios.
Te das cuenta de que no era dura, sino cansada.
Que no era exagerada, sino precavida.
Que no era estricta, sino responsable.
Y lloras.
No de tristeza, sino de entendimiento.
Porque por fin ves todo lo que ella calló por ti, lo que hizo sin que tú lo notaras, lo que sacrificó sin pedir nada a cambio.
Este homenaje silencioso a todas las madres se repite de generación en generación. Una cadena de amor que se transmite con actos, no con palabras. Un lazo invisible que se fortalece cuando dejas de juzgar… y empiezas a entender.
✨ Gracias, mamá. ✨