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Científicos identificaron un “tercer estado” que ocurre después de la muerte, donde algunas células siguen activas e incluso desarrollan nuevas funciones. Bajo ciertas condiciones, estas células pueden reorganizarse, moverse por sí solas y hasta reparar tejidos dañados, como en el caso de los xenobots y antrobots.
Este hallazgo desafía la idea tradicional de que la muerte es un punto final. Si se confirma en humanos, podría transformar la forma en que entendemos la muerte, la donación de órganos y muchas cuestiones éticas en la medicina.