Un padre estaba harto del mal comportamiento de su hija de 16 años, así que la obligó a dormir en el patio trasero de su casa

La adolescente suplicó a su padre que no la sometiera a tales condiciones, pero él se negó a ceder. Después de que su esposa le dijera que no fuera tan duro con su hija, él se preguntó si la disciplina que había elegido era incorrecta.

Un hombre tenía que lidiar constantemente con la actitud cada vez peor de su hija de 16 años y finalmente un día se hartó. Se dio cuenta de que su comportamiento cambió cuando empezó a salir con un grupo diferente de amigos en la escuela.

El hombre fue el primero en admitir que su hija solía ser educada. Él y su esposa sospechaban que ella empezó a adoptar las actitudes de sus nuevos amigos, ya que tenían fama de ser de los malos.

Su hija ya no era la niña educada y de voz suave que conocían. Empezó a hacer comentarios sobre el aspecto y las pertenencias de la gente, y a utilizar palabras negativas para describir a los demás.

Preocupado por el comportamiento de su hija, el padre se sentó varias veces con ella para hablar de su mal comportamiento. Llegó a admitir que su actitud afectaba negativamente a los que la rodeaban.

Una persona constantemente afectada por el comportamiento de su hija era su criada. “Mi hija la ha elegido para ser su blanco de críticas sobre peinados, ropa y ‘etiqueta’”, explicó el hombre.

Cuando la asistenta no pudo más, se quejó a sus jefes de que su hija la insultaba. Ella llamaba a su asistenta “cochina” y “asquerosa” por limpiar hasta las zonas más sucias de su casa.

El padre no podía evitar sentirse avergonzado por cómo actuaba su hija. Adoptó una postura y le advirtió que una falta más contra su empleada doméstica resultaría en un castigo que ella no querría.

Días después, ella se acercó a su padre diciendo que no podía encontrar su teléfono después de buscarlo por todas partes.
El padre ha intentado constantemente arreglar el comportamiento de su hija. Pensaba que por fin le haría caso después de tan severa advertencia. Sin embargo, su hija continuó llamando “cochina” a su ayudante, lo que provocó que la joven de 16 años se quedara castigada.

La adolescente se enfadó y empezó a acusar a la asistenta de mentir. Ese día tenía una fiesta, a la que su padre no le permitió asistir por lo que había hecho. Estaba furiosa y culpó a la asistenta de no poder salir de fiesta.

Días después, ella se acercó a su padre diciendo que no podía encontrar su teléfono después de buscarlo por todas partes. La joven le pidió a su padre que la llamara, y él lo hizo. El teléfono sonó desde el bolso de la asistenta para sorpresa de él y de su esposa.

Inmediatamente, se enfrentó a la asistenta y ella lo negó con vehemencia, diciendo que nunca había tocado el teléfono ni sabía cómo había llegado a su bolso. Durante ese tiempo, la hija siguió llamando “ladrona” a su asistenta.
El hombre le dijo a su hija que parara y se fuera a su habitación. Comprobó su cámara de vigilancia antes de decidir qué hacer, y lo que descubrió lo dejó atónito. Vio que su hija metía el teléfono en el bolso de la asistenta. El hombre estaba furioso con su hija por tender una trampa a la inocente mujer.

Antes de enfrentarse a su hija, se disculpó con la asistenta y le dio el resto del día libre. Después le enseñó el vídeo a su hija, que se quedó sin habla. El padre decidió que solo él hablaría. Él recordó:

“Le dije que lo que había hecho era inmoral y directamente ofensivo al manipular el medio de vida de esa pobre mujer por una fiesta insignificante a la que no podía ir”.

En este punto, al hombre se le acababan los castigos que darle a su hija. Decidió que la haría dormir en el patio trasero de su casa, sabiendo que así aprendería una lección porque era germofóbica.
Su hija lloró y le suplicó que no la hiciera dormir en la tierra, pero él no cedió y le advirtió que lo haría dos noches si se negaba.

La esposa del hombre le dijo que no fuera tan duro con su hija. Él se mantuvo firme y dijo que su hija necesitaba aprender una lección, ya que insultar a la gente e inculparla de robo no estaba bien.

El padre publicó su historia en Internet para ver si lo que había hecho estaba mal o no. La gente le aseguró que su hija necesitaba aprender una lección, y esa era una forma de hacerlo.

Sin embargo, otros le preguntaron por qué no eligió otro castigo, como pedirle que hiciera tareas domésticas o quitarle el teléfono.

Admitió que ya lo había intentado todo. Su hija dejó de comer deliberadamente durante días para librarse del castigo de las tareas domésticas, y acabó con un viaje a urgencias.

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