.
En su primer mensaje como Sumo Pontífice, el Papa León XIV rompió en llanto al hablar de las madres que rezan por sus hijos. Este gesto espontáneo tocó millones de corazones, mostrando un líder cercano, humano y profundamente espiritual.
Sus lágrimas no solo fueron emoción, sino símbolo de compromiso con los fieles y de una Iglesia más empática y sincera. El impacto fue inmediato: redes sociales y medios lo compartieron como un momento histórico, interpretado por muchos como un signo de esperanza y renovación espiritual.
Con este emotivo inicio, León XIV deja claro que su pontificado estará marcado por la compasión, la cercanía y la verdad emocional.