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El narrador recuerda cómo idealizó a Martín, su pareja, quien llegó a su vida tras una ruptura dolorosa. Martín parecía perfecto: atento, cariñoso y todo lo contrario a su exesposa Janet, a quien él describía como conflictiva. Se casaron en una ceremonia sencilla y feliz.
Pero todo cambió cuando el narrador llegó a casa y encontró a Martín junto a Janet desenterrando el jardín. Buscaban una cápsula del tiempo que habían enterrado años atrás. Aunque lo explicaron como algo inocente, el narrador se sintió traicionado y dolido por la falta de transparencia.
Quemar la cápsula fue un acto simbólico para dejar atrás el pasado. A pesar de las disculpas de Martín, la confianza quedó rota. El narrador entendió que reconstruir la relación tomaría tiempo y honestidad.
Este evento cambió su visión del matrimonio y le mostró que, para avanzar, hay que enfrentar el pasado con claridad y verdad.