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La muerte del Papa Francisco impactó a millones en todo el mundo. A diferencia de otros líderes, él vivió con humildad y sin buscar riqueza. Aunque tenía derecho a un salario anual de unos 340 mil euros, nunca lo cobró por sus votos de pobreza. En vez de vivir en lujosos apartamentos, eligió una residencia sencilla en el Vaticano. Al morir, su patrimonio personal era apenas de 100 dólares, sin propiedades ni cuentas bancarias. Su legado no está en bienes materiales, sino en su ejemplo de vida sencilla y su trabajo por una Iglesia más cercana y solidaria.