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Durante más de 80 años, una elefanta vivió encadenada, forzada a trabajar sin descanso en la industria del turismo y la tala. Alejada de su hábitat natural desde que era solo una cría, Somboon pasó su vida cargando turistas, realizando espectáculos y soportando condiciones que atentaban contra su bienestar. Sin embargo, su historia dio un giro inesperado cuando, a sus 87 años, finalmente fue rescatada y llevada a un lugar donde pudo experimentar la libertad por primera vez.
Organizaciones de defensa animal han denunciado durante años las condiciones a las que son sometidos muchos elefantes en cautiverio. La demanda del turismo ha perpetuado el sufrimiento de estos animales, que son obligados a realizar trabajos extenuantes a pesar de su avanzada edad. Somboon no fue la excepción. Con el paso del tiempo, su cuerpo se debilitó, pero siguió siendo explotada hasta que la organización Save Elephant Foundation conoció su caso y decidió actuar.
En enero, la fundación anunció su misión de rescate a través de redes sociales. “Es momento de que la abuela reciba el cuidado que merece y pueda descansar”, compartieron en su página de Facebook. Luego de arduos esfuerzos, finalmente lograron trasladarla al santuario Elephant Nature Park, donde por primera vez pudo dejar atrás el peso de sus ataduras.
El estado en el que Somboon llegó al santuario reflejaba los años de maltrato que había sufrido. Estaba demacrada, con signos de deshidratación severa, su piel mostraba los efectos de una vida en condiciones precarias y su mirada reflejaba el cansancio acumulado. Sin embargo, lo más importante era que, por primera vez, estaba en un lugar seguro.
El equipo de rescate explicó que muchos elefantes recién rescatados tardan semanas en sentirse lo suficientemente cómodos como para descansar. Sin embargo, Somboon sorprendió a todos. Apenas llegó al santuario, se dirigió al montículo de arena preparado para ella y se tumbó profundamente dormida, agotada tras décadas de sufrimiento. Los cuidadores relataron que despertarla fue un desafío, ya que su cuerpo estaba tan fatigado que necesitó más tiempo del habitual para recuperarse.
Ponerse en pie nuevamente no fue fácil para ella, pero poco a poco logró adaptarse a su nuevo entorno. A pesar de las dudas iniciales sobre cómo respondería al cambio, Somboon ha demostrado una increíble capacidad de recuperación. En el santuario, recibe cuidados constantes, alimentación adecuada, hidratación y atención veterinaria, lo que le ha permitido mejorar día a día.
Su historia es un recordatorio del impacto que los humanos tienen en la vida de los animales y de la importancia de promover el turismo responsable. Durante más de ocho décadas, Somboon vivió en condiciones injustas, pero hoy, finalmente, puede disfrutar de la paz y el respeto que siempre mereció. Aunque su camino de recuperación sigue en marcha, el simple hecho de verla descansar sin miedo es una prueba de que el esfuerzo por rescatarla valió la pena.